Justo ahí me di cuenta de que a pesar del daño que pueda provocar una historia mal contada, gracias a una de las grietas que deja la herida, la verdad prevalecerá.
Tenía ya un par de meses de estar sin pareja, sentía que debía darme un tiempo para meditar mis decisiones. Realmente estaba cerrada a la posibilidad de conocer a una nueva persona, además, las restricciones sanitarias no lo permitían.
Confieso que, de un tiempo para acá me volví reticente a hacer nuevas amistades y decidí conformarme con las pocas que tengo. Siempre he sido todo corazón y cuando elegí depositar mi confianza en muchas personas, creyendo que me devolverían el favor, no tenía claro que la clave de toda relación es que las dos partes estén comprometidas.