Querido diario:
Soy una persona altamente alérgica a los eventos sociales, pero cuando mi amiga Mariana me invitó a su boda, supe que no podía negarme. Después de todo, Mariana fue de las poquitas personas que me acompañó en mi debut como storyteller y esta era mi oportunidad para apoyarla.
Me conmovió que me eligiera para estar en primera fila como su dama de honor y presenciar el inicio de un capítulo muy importante.
No fue hasta un día antes que conocí a su novio César, del cual en muchas ocasiones ella me habló y me envió algunas fotos por WhatsApp, pero no tenía idea de quien era la persona con la que decidió comprometerse. Así que tenía muchas expectativas, no solo de él, sino del evento en sí.
Como la boda tendría lugar cerca del terruño de Mariana, nos pusimos de acuerdo para irnos juntos hasta Nicoya y justo ahí tuve la oportunidad de conocer a César, quien de manera genuina se presentó y fácil me hizo conversación para “romper el hielo”.
Admito que cuando conozco a alguien por primera vez, como un mecanismo de defensa, soy fría y distante, pero César me hizo sentir cómoda para vacilar como si nos conociéramos de siempre.
Al día siguiente, llegamos al lugar de la boda y conocí a los suegros de Mariana y pude confirmar el por qué César es una persona tan cálida.
Ya en el gran día y gracias a los 38° en los que nos encontrábamos, mis pecas se derretían. Por dicha en la recepción de la boda, fuimos bendecidos con una refrescante lluvia, la cual no le hizo gracia a la novia, pero hizo que el evento se volviera inolvidable.
Me senté en la misma mesa con el resto de las damas de honor. Todas fueron hospitalarias con una foránea que se sentía tan fuera de lugar, pero que cuidaron como si fuera su amiga. Se preocuparon cuando vieron que los zapatos me habían lastimado los pies y me ofrecieron un par de sandalias y lo más increíble, hacerme sentir en confianza para no huirle a la pista de baile. ¡Ni yo me lo podía creer!
Pero, sin duda alguna, mi momento favorito de la boda fue cuando Emmanuel, un amigo de Mariana que estaba a mi lado, accidentalmente botó su bebida sobre mí cartera y justo por eso empezamos a hablar y de repente en medio del primer baile como esposos de César y Mariana, me dijo: eso es lo más difícil de conseguir ahora ¿Verdad?
Le respondí ¿Qué cosa? Y me dijo: Eso. Verse así. No cualquiera te hace sentir y ver así, si yo consigo eso, perfectamente puedo vivir 2 años y morirme a gusto, no necesito más.
Fue en ese momento que mis expectativas de la boda fueron superadas. Lo que decía Emmanuel resonó por completo con mi filosofía sobre las relaciones.
Confieso que, de un tiempo para acá me volví reticente a hacer nuevas amistades y decidí conformarme con las pocas que tengo. Siempre he sido todo corazón y cuando elegí depositar mi confianza en muchas personas, creyendo que me devolverían el favor, no tenía claro de que la clave de toda relación es que las dos partes estén comprometidas.
Agradezco a la vida por esta aventura, que de manera sorpresiva me hizo bailar bajo la lluvia en un lugar nuevo para mí, entre desconocidos que me hicieron sentir bienvenida.
Como pocas veces en mi corta vida, no me sentí perdida ni abandonada, sentí que estaba en casa.

WENDY